La primera jornada del Primavera Club se desarrolló sin empujones festivaleros y un lleno progresivo de la sala Apolo. Llegamos pronto, pensando que no llegábamos a tiempo y es que Tigercats tocó más tarde de lo previsto, modificando levemente el horario. Los de Londres, que hoy tocarán en Madrid, llenaron el escenario con sus cinco componentes, aunque el protagonismo visual se lo llevaron el cantante y la chica del teclado. Él, con gafas a lo Erlend Øye, se entregó a una sala medio llena con su variedad de voces y su guitarra eléctrica. Ella, con su tono y look de niña buena, engatusó un instante cantando I´m in love en un estribillo. Punteos frenéticos y chispeantes baterías que en un momento dado llegaron a recordarme a Vampire Weekend (sólo en un momento dado).
Mientras, en la sala de abajo, otro concepto indie se desarrollaba de las manos de Villarroel. El público miraba estático la propuesta de los barceloneses, en la que la cantante emitía en ocasiones delirantes y sensuales sonidos. Subimos rápidamente para no perdernos Little Barrie. Sus tres componentes no sólo fueron más que suficiente para llenar el escenario, sino para colmar la sala de música y calor. El cantante emanó carisma y energía por todos los poros de su piel, mientras el bajo le daba al sonido un profundo y palpitante ritmo y el batería (qué decir del batería) le añadía potencia garage y contundencia a ese engranaje perfecto que es Little Barrie.
Lamentamos no poder dar crónica de Verónica Falls, tuvimos que visitar La Mala Reputación, el Apolo Diner por necesidades básicas: había que coger energías para la actuación del más esperado de la noche, Charles Bradley. Nos consta que los ingleses llenaron la sala y dieron la talla. Eso sí, podemos recomendar altamente el vasco hot dog del local, una delicia aderezada con guindillas con la que no pude evitar añadir mostaza y unas papas arrugás para el cóctel estomacal. Festival del sabor.
Entonces, llegó él. Charles Bradley llenó la Apolo: sedujo con su energía y sensualidad a lo James Brown. Los contoneos del soulman, enfundado en un mono con brillantes, lograron hipnotizar a un público embelesado son su actuación, a veces más soul, otras un poco más funk. Fascinó con su rebosante personalidad y carisma, se entregó de tal manera que el público no pudimos resistirnos a hacer lo mismo con él: nos tenía alucinados y le dimos todo. Al verlo de cerca, no supe si lo que empapaba su cara eran sudor o lágrimas, puede que ambas cosas. Y es que entregó sus vísceras a través de su voz, mientras decía: “Wait a minute, can we do it again?” y”I Love you” con pasión. Claro que podemos hacerlo otra vez, Charles, we love you too.
Soleá Morente, versátil, polifacética e incansable. Estos son los adjetivos que describen a una artista que ha decidido dar un giro a su trayectoria con un proyecto muy distinto a lo que habíamos visto de ella hasta ahora y a otros trabajos que mantiene en paralelo, como el que prepara junto a La Casa Azul. "I’m a fool to want you" es el primer sencillo de este nuevo proyecto que refleja la herencia musical de Enrique Morente y la profunda conexión entre padre e hija.
Una oportunidad para cantar a pleno pulmón todos los grandes éxitos de No me Pises que Llevo Chanclas. La banda celebra su 35 aniversario este viernes 22 de noviembre en el Cartuja Center de Sevilla, con todas las entradas agotadas. Este encuentro contará con invitados especiales: Raimundo Amador, Pablo Carbonell y Maui, entre otros.
El célebre ingeniero de mezcla Luis Barrera Jr. fue galardonado con tres Latin Grammy, consolidando su posición como uno de los más influyentes de la actualidad. Los premios son un testimonio del trabajo en equipo y de la pasión que comparten los involucrados en estos proyectos. Hijo de mexicanos y criado en la frontera entre Estados Unidos y México, Barrera Jr. participó en tres discos ganadores.